«Es lógico que los primeros en interesarse por los dibujos de los niños hayan malentendido su naturaleza – eran artistas o psiquiatras- y los que no pertenecían a uno u otro de estos ámbitos los tomaban a menudo como referencia. Se confundían porque creían que los niños hacían cosas graciosas, fruto de una imaginación y una fantasía desbocada, antes de llegar a ser razonables y estériles. Sobre este postulado, cada uno de los autores ha elaborado sus teorías….. Y esto es lo que os han hecho creer durante vuestra formación. Porque los libros de los primeros autores sirven siempre de referencia y se tiene la conciencia tranquila, al continuar creyendo que la maravillosa fuente de inspiración se agota y que es necesario socorrer al niño despojado, enriqueciendo su fantasía y alimentando su creatividad. No es de extrañar que no puedan ni verme diciendo que el niño no crea, que no genera una obra – en el sentido artístico de la palabra-, no inventa fórmulas raras, sino que obedece a una inagotable necesidad determinada por su programa genético.»

Arno Stern. «Del Dibujo infantil a la Semiología de la Expresión»